Me alegro de que mi madre haya muerto, Jennette McCurdy
“Me alegro de que mi madre haya muerto” (I’m glad my mom died) es el título bajo el que Jennette McCurdy recoge las memorias de su juventud. Este libro ha causado mucho revuelo, posiblemente debido a una combinación de factores entre los que se entremezcan la fama de la autora como actriz, la sordidez del título y una campaña de marketing que tiene su parte en esta reseña. Si, por causalidad alguno de vosotros había visto iCarly, os recomiendo que —como no— os sujetéis al café.
Esta autobiografía sale a la luz poco después de que se airee el reestreno de iCarly, momento en el que el reparto de la serie original (incluida Jeannette McCurdy) recupera parte de su relevancia mediática. La actriz decide no participar según comenta en el capítulo noventa:
“[…] hay cosas más importantes que el dinero. Y mi salud mental y mi felicidad entran en esa categoría.”
Jennette McCurdy
El libro recorre la vida de Jennette desde su sexto cumpleaños hasta poco después de su vigésimo sexto. En estos veinte años, Jennette se convierte en una famosa actriz adolescente al participar en la serie iCarly y, más adelante, co-protagonizar con Ariana Grande el spin-off Sam & Cat. Este tiempo está marcado por los abusos de una madre mentalmente inestable, que controla a su hija mediante chantaje emocional, violaciones de su intimidad y el aislamiento; mientras la introduce en los trastornos alimenticios. El libro explora en bastante detalle como, tanto estos abusos como la presión de su trabajo, empuja a Jennette McCurdy hacia una espiral de alcoholismo y bulimia.
La autobiografía consta de noventa y un capítulos muy breves, siguiendo un orden cronológico. En cada uno se relata un recuerdo aislado que marca o explica la trayectoria vital de la actriz. Cada capítulo acaba con una especie de «frase de remate», normalmente irónica, resaltando la herida que le infligió dicho recuerdo a la actriz. El estilo de escritura no es demasiado elaborado, y permite una lectura ágil, pero que resulta levemente repetitiva a medida que avanza el libro, algo esperable al tratarse de una primera obra.
El contexto resulta muy interesante ya que pone el foco detrás del telón, es una especie de Instagram inverso en el que solo se recorren los momentos de pesar de una vida difícil, pero que públicamente parecía de ensueño. Personalmente, recuerdo crecer viendo series de Nickelodeon y sintiendo cierta envidia infantil hacia los niños actores. Imaginaba lo genial que era su vida, cómo serían sus casa y que todos los niños querrían ser sus amigos en el cole. No pensaba, sin embargo, en días de rodaje de trece horas, la presión constante de adultos que intentan obtener algo de los niños —en lugar de al revés— y la vulnerabilidad que supone ese aislamiento de una vida infantil corriente. Este escenario, es algo muy particular de esta lectura, aunque solo se den algunas pinceladas ya que la mirada se mantiene fija en la vida familiar.
Existe mucha cercanía entre el final de lo escrito y la persona que lo escribe, y se percibe esa falta de un periodo reflexivo en el que se hacen encajar las últimas vivencias con las herramientas que te aporta o bien la edad o bien la distancia. De esta forma, se intercalan claramente dos voces: una interior, de la Jennette más joven, que en general expresa pensamientos sobre su madre y las interacciones que ocurren entre ambas; y una segunda más crítica y racional, la voz de la Jennette autora, que desde el principio deja clara la situación mediante la selección de recuerdos y la amplificación del contraste entre lo que la niña se ve obligada hacer y lo que la niña siente. Esta última es la que prevalece en la etapa adulta.
En la narración, apenas aparecen momentos felices, tal vez la relación con su amiga Miranda (Carly en iCarly) y otros recuerdos aislados. El relato es emocionalmente duro, y esta dureza contrasta de forma artificiosa con la estrategia de ventas del propio libro —al menos la que yo he percibido—. La portada del libro es de colores alegres en tonos pastel; la ilustración muestra una fotografía de la autora vestida de rosa sosteniendo una urna de cenizas, también rosa, mientras sonríe, como recoge Nina Li Coomes “El libro parece deliveradamente comercializado para la viralidad”, ¿tal vez un eco irónico de su imagen pública como actriz de comedia?
Por otro lado, los segmentos de reseñas que aparecen en la contraportada utilizan palabras como “cómica”, “dolorosamente divertida” o “hilarante”. Tras leer la primera mitad del libro, y encontrarlo profundamente deprimente por los hechos que en él se relataban acudí al audiolibro en versión original narrado por la autora para observar si así podría apreciar mejor el tono de humor negro. Nada. Vi segmentos de entrevistas, y en ellos solo se ahondaban an los detalles más trágicos de la vida de Jennette McCurdy.
Esto ha dejado un rastro amargo en la lectura para mí, por eso, recomiendo que nadie acuda a esta novela con el objetivo de buscar una risa fácil: no la encontrará. Encontrará un testimonio de un camino arduo, de abusos emocionales y un retrato del mundo de la televisión muy distinto al que tenemos en mente. Lo que también encontrará es una breve historia de superación pero, más allá, a alguien que explora con sus propio recorrido vital una pregunta trascendental ¿a qué edad tenemos que hacernos responsables de nosotros mismos?